Un viaje interestelar

Universo © Google Images. Creative Commons

Universo © Google Images. Creative Commons

Desde los orígenes de la humanidad, nuestra mirada se ha dirigido hacia las estrellas, primero con curiosidad y ahora con esperanza.

El viaje aparece inherente al ADN humano. Nos remontamos a la prehistoria, concretamente hace 1,7 millones de años, en el continente africano del cual partieron las primeras oleadas de homínidos en busca de alimento y en condiciones climatológicas favorables y de aumento de la población. Así, el ser humano, tal y como hoy lo conocemos, no es más que el resultado de la evolución de una especie obsesionada con traspasar los límites de la naturaleza, con conquistar éste que un día denominamos planeta Tierra.

Hoy, parece que en esa lucha por sobrevivir, en un mundo completamente asfixiado y superpoblado que nos da señales de agotamiento, como es el caso del cambio climático o del fracking, volvemos a mirar hacia arriba con la esperanza de que una luz ilumine nuestro camino. Un viaje interestelar hacia un nuevo mundo, igual o mejor que el que tuvimos.

No hay una relación demostrable entre nuestra existencia y las estrellas, pero siempre ha habido un magnetismo a los ojos del hombre, atribuyendo a éstas aptitudes divinas, dotando a lo inalcanzable de una fuerza metafísica y utilizándolas a nuestro menester creyendo en su influencia ancestral.

Estrella Polar © Google Images. Creative Commons

Estrella Polar © Google Images. Creative Commons

También aparecen como guías para el viajero, como es el caso de la archiconocida Estrella Polar, situada en el extremo de la cola de la constelación Osa Menor y cuya posición privilegiada en la bóveda celeste la convierte en una aliada del navegante que con una simple observación puede verificar rumbo y determinar latitud.

Cassiopeia © Google Images. Creative Commons

Cassiopeia © Google Images. Creative Commons

Haciendo homenaje a nuestra bitácora, destacamos a Cassiopeia como una constelación compuesta por cinco estrellas brillantes que señalan al norte cuando no es posible utilizar la Osa Mayor para este propósito.

La orientación mediante las estrellas en el hemisferio sur es más complicada. La Cruz del Sur que aparece en las banderas de Australia y Nueva Zelanda, contiene dos estrellas en el eje mayor de la cruz que señalan en la dirección del polo sur celeste, que queda en las cercanías de las tres estrellas más brillantes de la constelación de El Octante.

Un viaje hacia las estrellas © Google Images. Creative Commons

Un viaje hacia las estrellas © Google Images. Creative Commons

En la actualidad, para el viajero, el mundo se le ha quedado pequeño, y alza su mirada en busca de nuevas historias, de nuevos universos. La ficción se mezcla con las teorías físicas y nos seguimos mostrando hipnotizados con lo desconocido. Agujeros negros y de gusano que permitirían viajar a otra dimensión espacial. El sueño supremo del explorador, quizás el futuro de la humanidad ante el degaste de lo que conocemos, y la eterna pregunta: ¿Estamos solos?

Lo que está claro es que las estrellas, primero divinas, luego guías, siguen iluminando nuestro camino, nos dan señales a las que hemos atribuido distintos significados, pero dejan en sí mismas un halo de misterio y quizás no nos quieran decir nada, puede que solamente estén ahí para acompañarnos en el viaje de la vida.

La Tierra en soledad © Google Images. Creative Commons

La Tierra en soledad © Google Images. Creative Commons

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